martes, 26 de diciembre de 2017

"El niño que no juega no es niño"

“El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”.
Pablo Neruda


El juego, la recreación, como la alegría y el gozo son sin duda aspectos inherentes al ser humano. Generalmente, el juego está asociado al ser humano desde la niñez, es decir, al ciclo biológico que hace parte al mismo ser humano, y que con el paso del tiempo, manifiesta cambios o transformaciones físicas, motoras, etcétera. Hoy día, a pesar de todos los cambios de la sociedad, afirman conocidos en el tema, que el juego no solo es ese evento mágico que transforma el estado emocional de la persona, sino también es una herramienta curativa que permite el mejoramiento sensorial y también fisco.
La ciencia médica toma el juego como tratamiento para muchos males o enfermedades.
Pero sin duda alguna el juego marca en cada ser humano un hito emocional que le revierte o le retrocede en su memoria momentos inolvidables que hemos vivido en cada edad y que en el momento de volver a jugar o de ver dicho juego, nos embarga la alegría por lo vivido en el pasado o tristeza o melancolía por las emociones o que traemos al presente.
De tal manera, que decimos "los juegos que nosotros teníamos, eran más chevres o fascinantes qué los de ahora" la demora es retroceder el casete en tanto argumentamos sobre como eran cada uno de los juegos y sobre todo con quien jugábamos, fijamos así, aquellos momentos anecdóticos de risas, sustos, etcétera.
"Para ser niños para siempre, hay que jugar eternamente"...
Autor: Milton Steer Amell diciembre 20- 2017. Licenciado en Ciencias Sociales.