lunes, 11 de noviembre de 2013

Firmar y enseñar la paz

El proceso de paz no solo es un tema tratado en escenarios políticos, sino en cada espacio público y privado de la geografía colombiana. Nunca antes se discutía tanta información política y democrática inmersa en los llamados acuerdos de paz, la razón obedece a la influencia que ejercen la tecnología y los medios de comunicación al presentarnos en instantes todo tipo de acontecimientos históricos, políticos, académicos, sociales, culturales y educativos.


Desde el punto de vista educativo y que hoy nos concierne, miramos el proceso de acuerdos de paz como el acto de voluntad político, formal, legal y democrático propio de naciones legítimas que buscan conseguir la paz para su pueblo. Este hecho nos remite a tocar las intenciones políticas históricas que han existido en nuestro país en otras ocasiones e incluso compararlo con procesos similares de otras naciones de la región, así como tocar pensamientos particulares de personas, partidos políticos y grupos sociales.
A la fecha el contenido escrito en el actual proceso de acuerdos de paz llevado a cabo en la Habana Cuba, muestra diferencias positivas comparadas con acuerdos de esta talla, con un diseño estratégico propuesto por los representes tanto del gobierno como del grupo guerrillero FARC, cuyo fin es arraigar definitivamente la paz, en un compendio de veinte cuartillas que aseguran en tres puntos claves: primero la participación política de la oposición en el gobierno, segundo la participación ciudadana como garante y veedora del buen funcionamiento político-administrativo y tercero, cambios en el actual sistema político colombiano consagrado en la Constitución Política de 1991.

Desde el punto de vista pedagógico en el aula de clases, este trascendental tema encierra el encanto de participaciones u opiniones de los estudiantes por querer solucionar definitivamente el conflicto desde las cuatro paredes, otros alumnos por el contrario sustentan su posición de otra manera llevándolo a una alegoría o hasta una utopía. Es allí donde nos compete trabajar la voluntad de cambio de pensamiento y de actitud como actores que somos de esta historia.

Aún cuando en nuestra sociedad aflora la corrupción política, el enriquecimiento ilícito, los desmanes en la forma de violencia, la desigualdad social, la violación de leyes y derechos humanos, el hambre y muchas más, debemos sentar desde ya que la culpa de nuestros problemas es de nosotros mismos. Compete a cada directivo, a cada profesor, a cada alumno y a cada ciudadano en especial a quienes nos representan en cargos políticos públicos y de todas las esferas asumir responsabilidades con compromiso y valor. Es competencia de cada estudiante y de cada colombiano mostrar sus virtudes, aprovechar las cualidades y unir esfuerzos por firmar el mejor acuerdo de paz, esta sería la mejor historia de profundización democrática para enseñar en los colegios y para contarla con patriotismo en cada calle colombiana.

Culturalmente, Milton Steer Amell
Docente de Ciencias Sociales y Filosofía.
Articulo publicado por el periódico Avanzando de la Institución Educativa José Ignacio López de Sincelejo, Sucre

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