El
proceso de paz no solo es un tema tratado en escenarios políticos, sino en cada
espacio público y privado de la geografía colombiana. Nunca antes se discutía
tanta información política y democrática inmersa en los llamados acuerdos de
paz, la razón obedece a la influencia que ejercen la tecnología y los medios de
comunicación al presentarnos en instantes todo tipo de acontecimientos
históricos, políticos, académicos, sociales, culturales y educativos.
Desde
el punto de vista educativo y que hoy nos concierne, miramos el proceso de
acuerdos de paz como el acto de voluntad político, formal, legal y democrático
propio de naciones legítimas que buscan conseguir la paz para su pueblo. Este
hecho nos remite a tocar las intenciones políticas históricas que han existido
en nuestro país en otras ocasiones e incluso compararlo con procesos similares
de otras naciones de la región, así como tocar pensamientos particulares de
personas, partidos políticos y grupos sociales.
A la
fecha el contenido escrito en el actual proceso de acuerdos de paz llevado a cabo
en la Habana Cuba, muestra diferencias positivas comparadas con acuerdos de
esta talla, con un diseño estratégico propuesto por los representes tanto del
gobierno como del grupo guerrillero FARC, cuyo fin es arraigar definitivamente
la paz, en un compendio de veinte cuartillas que aseguran en tres puntos
claves: primero la participación política de la oposición en el gobierno,
segundo la participación ciudadana como garante y veedora del buen
funcionamiento político-administrativo y tercero, cambios en el actual sistema
político colombiano consagrado en la Constitución Política de 1991.
Desde
el punto de vista pedagógico en el aula de clases, este trascendental tema
encierra el encanto de participaciones u opiniones de los estudiantes por
querer solucionar definitivamente el conflicto desde las cuatro paredes, otros
alumnos por el contrario sustentan su posición de otra manera llevándolo a una
alegoría o hasta una utopía. Es allí donde nos compete trabajar la voluntad de
cambio de pensamiento y de actitud como actores que somos de esta historia.
Aún
cuando en nuestra sociedad aflora la corrupción política, el enriquecimiento
ilícito, los desmanes en la forma de violencia, la desigualdad social, la
violación de leyes y derechos humanos, el hambre y muchas más, debemos sentar
desde ya que la culpa de nuestros problemas es de nosotros mismos. Compete a
cada directivo, a cada profesor, a cada alumno y a cada ciudadano en especial a
quienes nos representan en cargos políticos públicos y de todas las esferas
asumir responsabilidades con compromiso y valor. Es competencia de cada
estudiante y de cada colombiano mostrar sus virtudes, aprovechar las cualidades
y unir esfuerzos por firmar el mejor acuerdo de paz, esta sería la mejor
historia de profundización democrática para enseñar en los colegios y para
contarla con patriotismo en cada calle colombiana.
Culturalmente,
Milton Steer Amell
Docente de Ciencias
Sociales y Filosofía.Articulo publicado por el periódico Avanzando de la Institución Educativa José Ignacio López de Sincelejo, Sucre
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